Durante el año 2023, Fundación Esplai dinamiza el Debate del Tercer Sector entorno al tema de la «Justicia Educativa y el Tercer Sector en el ámbito penitenciario». Hemos entrevistado a diferentes personas expertas que nos aportan su visión y propuestas sobre diferentes aspectos de la intervención en los centros penitenciarios. Reproducimos la entrevista a Laura Saiz Monsalve de Fundación Esplai.
Graduada en Criminología y técnica en Integración Social. Desde el 2021 trabaja en Fundación Esplai como técnica de proyectos de Justicia Educativa, aunque anteriormente —desde el año 2017— había participado como voluntaria en intervención directa en diferentes centros penitenciarios de la entidad. Lleva diez años interviniendo en el ámbito penitenciario realizando talleres de preparación para la vida en libertad y acompañando a personas reclusas y exreclusas y a sus familiares.
Desde tu experiencia personal y profesional, y desde el trabajo que desarrolla tu organización en el medio penitenciario, ¿crees que es apropiado considerar la prisión como un espacio educativo? ¿Qué condiciones deben darse para que así sea?
Considero que la prisión es a día de hoy un espacio con un gran enfoque retribucionista, lo que implica que las intenciones educativas que hay en determinados momentos queden diluidas en un marco donde el castigo hace que retrocedan los avances que consigue el tratamiento.
Es necesario que el tratamiento sea prioritario sobre el régimen (en la realidad, no solo en la normativa penitenciaria) y que todas las personas vinculadas al ámbito penitenciario remen en el mismo sentido, favoreciendo el enfoque educativo de la prisión para alcanzar un reeducación y reinserción efectivas.
Entendemos que, en el siglo XXI, en el tercer milenio, las prisiones deberían ser cada vez más espacios terapéuticos y educativos. ¿Cómo podemos avanzar en este sentido? ¿Qué le falta a nuestro sistema penitenciario para conseguirlo?
Es necesario implicar a todas y cada una de las partes: por supuesto, las personas privadas de libertad deben ser la principal parte activa para realizar esta transformación; las familias, como personas directamente afectadas por la condena; las y los profesionales penitenciarias/os, con una influencia abrumadora en qué tipo de espacio y tiempo es el que ocupa la prisión; las entidades sociales, como principales colaboradoras en el tratamiento penitenciario; y la sociedad en general, sobre la que debe recaer el peso de la lucha por la transformación de los sectores, ámbitos o colectivos más abandonados.
A todo ello, creo que será fundamental añadir las siguientes medidas:
- Articular alternativas a la prisión, reservando esta solo para los casos más graves.
- Articular medidas encaminadas a favorecer una mayor y mejor relación de las familias con “sus familiares privados de libertad”, especialmente en el tiempo inmediatamente anterior a su puesta en libertad. El uso controlado de dispositivos digitales…, puede facilitar mucho esta tarea.
- Crear y apoyar redes y servicios post/penitenciarios de asistencia, acompañamiento y cuidado (jurídico, psicológico, sociolaboral…) para personas que cuando se reencuentran con la libertad no son capaces de gestionar su vida por sí solos.
¿Qué papel juegan en este cambio de perspectiva los y las profesionales que trabajan en el ámbito penitenciario?
Un aspecto imprescindible para transformar las prisiones en espacios educativos consiste en la formación y sensibilización del personal penitenciario, que sean conscientes de su relevancia en el proceso de cambio de las personas y en el derecho a tener oportunidades para ello, en su influencia en qué tipo de espacio es el penitenciario y que tengan una formación adecuada para todo ello.
¿Qué aportan las entidades colaboradoras externas, nuestras organizaciones, a la dimensión educativa del tratamiento penitenciario?
La aportación de las entidades sociales es fundamental para que el espacio y el tiempo en prisión sean lo más educativos posible. Desde las entidades llegamos donde el sistema no llega, por falta de recursos en unas ocasiones y de interés en otras muchas. Intervenir siendo alguien ajeno facilita el proceso al no estar la persona externa vinculada a las decisiones sobre su situación penitenciaria y sus permisos, como si lo está el personal penitenciario. Generamos “contacto con la calle”, escucha libre de prejuicios y vínculos de igual a igual.
¿Cuál es tu valoración del tratamiento que hacen los medios de comunicación de los temas mediáticos? ¿Qué ideas puedes aportar para hacer llegar a la opinión pública las iniciativas, los proyectos y las historias de vida tan inspiradoras a las que llegamos desde nuestras organizaciones?
Si es necesaria esa responsabilidad en la persona reclusa, en la institución penitenciaria, en las personas que trabajan en el contexto penitenciario, y también en la ciudadanía, también es muy necesaria una responsabilidad social en los medios de comunicación. Entristece cuando nos encontramos con que esta realidad es noticia porque entra alguna celebridad en prisión, o por el morbo que generan algunos delitos. La manera de mostrarlo parece que es desde el espectáculo, otras veces como si fuese un éxito de nuestra sociedad y como si con que esas personas se pudriesen en la cárcel se hubiese solucionado el problema, ya podemos celebrarlo y dormir mejor.
Se debería informar de un modo más responsable, teniendo presente a la hora de dar estas noticias todo el dolor que hay detrás del delito, toda la gente a la que ha afectado y afecta, todas las personas que hay trabajando para que el sistema judicial y penal funcione mejor, para que esta sociedad sea mejor. Ésto también es cosa de los medios. El cómo hacerlo no es sencillo, llevamos años tratando de influir en ello. Deberíamos ser capaces de dar con los mensajes apropiados, ser capaces de mostrar esas experiencias de vida que vemos cada día, que son las que nos motivan a seguir cuando vemos lo difícil que es todo, lo que cuesta cambiar las cosas, y desde ahí ir calando en la sociedad como lluvia fina. No me imagino que este tipo de noticias aparezcan en grandes titulares, la verdad, sería algo realmente bonito y mucho habríamos cambiado, parece que este entorno penitenciario y del delito es más para minorías, a pesar de que nos pertenece a todas y a todos.