En la era digital, donde las redes sociales y los medios de comunicación dominan las narrativas, el acceso y uso responsable de la información se ha vuelto esencial. Para los jóvenes privados de libertad, la alfabetización mediática adquiere una dimensión especial: no solo es una habilidad práctica, sino también una vía para cuestionar el entorno, reflexionar sobre sus propias historias y proyectarse hacia el futuro. Sin embargo, en el contexto penitenciario, la formación en competencias digitales y críticas sigue siendo una asignatura pendiente.
Los jóvenes reclusos suelen ser especialmente vulnerables a las narrativas tóxicas o simplistas que circulan en los medios. Sin las herramientas adecuadas para interpretarlas, es fácil que perpetúen conductas o creencias que dificultan su reinserción. Por ello, iniciativas como este taller que realizamos en el Centro Penitenciario Madrid VI (Aranjuez) sobre fake news, desinformación en la red y odio digital son más necesarias que nunca.
La alfabetización mediática es mucho más que aprender a navegar en internet o identificar fake news; es una herramienta para dotar a las personas de poder sobre la información que consumen. En un entorno como el penitenciario, su impacto es doblemente transformador, ya que fomenta el pensamiento crítico en un entorno en el que los jóvenes se enfrentan a una limitada exposición al mundo exterior y donde la información que reciben de fuera puede ser parcial o manipulada; y, además, este tipo de formaciones ayudan a preparar la vida en libertad, ya que en la sociedad actual las habilidades digitales son clave para la empleabilidad y la participación ciudadana.
La alfabetización mediática en prisión no es solo una herramienta educativa, sino un acto de justicia social. Los jóvenes reclusos representan un grupo con un enorme potencial para contribuir a la sociedad, siempre que se les brinde la oportunidad de desarrollar habilidades clave como el pensamiento crítico y la responsabilidad digital.
Como sociedad, invertir en su educación mediática es apostar por una reinserción más efectiva y una ciudadanía más inclusiva. Este tipo de talleres y actividades no solo transforman la vida de quienes participan, sino que también contribuyen a una comunidad más informada y resiliente.