La Navidad, una época tradicionalmente asociada con la reunión familiar, la alegría y la reflexión, adquiere un matiz profundamente diferente para aquellas personas que pasan estas fechas privadas de libertad. Para los adolescentes en situación de encierro, la Navidad puede convertirse en un recordatorio de la separación de sus seres queridos, la interrupción de sus sueños y los desafíos que enfrentan en un entorno que, para muchos, resulta hostil y desalentador.
La privación de libertad tiene un impacto significativo en la salud mental y emocional de los jóvenes. Estudios indican que las tasas de ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos son considerablemente más altas entre los jóvenes encerrados en comparación con aquellos que viven en libertad. Esto se debe en parte al aislamiento social, el estigma asociado a la experiencia y las condiciones muchas veces precarias de las instituciones penitenciarias.
La Navidad, con su carga emocional y su simbolismo, exacerba los sentimientos de soledad y desarraigo. Mientras en el exterior las calles se iluminan y los hogares se llenan de risas y celebraciones, dentro de las habitaciones se intensifican el silencio y la nostalgia. Para muchos adolescentes en centros, estas fechas se convierten en un momento de reflexión sobre los errores del pasado y las oportunidades perdidas, pero también pueden ser una chispa de esperanza para imaginar un futuro diferente.
ADOLESCENTES QUE SUFREN LA PRIVACIÓN DE LIBERTAD MANDAN SUS FELICITACIONES DESDE EL ENCIERRO
En estas fiestas, varios de nuestros participantes del proyecto «Escuela de Convivencia y Justicia Educativa», que están o han estado privados de libertad, han querido mandar un mensaje de cariño, ¿y tú? ¿qué les dirías para apoyarles en estas fechas?
#NavidadesDesdeElEncierro
Todo ello se realiza gracias a la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, con cargo al 0,7% del IRPF.