Que la cárcel es un contexto hecho por y para hombres parece indudable si tenemos en cuenta que de los cerca de 90 centros penitenciarios que existen en nuestro país solo 3 son exclusivos de mujeres, a los que se suman algunos módulos femeninos en centros penitenciarios mixtos. Con eso basta para poder albergar a las poco más de 4.000 mujeres que habitan nuestras prisiones.  

Concretamente, según datos oficiales de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, a diciembre de 2024 solo 4.164 de las 55.351 personas que actualmente cumplen condena en las prisiones españolas son mujeres, lo que representa el 7% del total de la población reclusa. Teniendo en cuenta estos datos, sería fácil deducir que cárcel se escribe en masculino. Pero… ¿realmente es así?

Los roles de género: muy vigentes a ambos lados de los muros 

Los roles de género tienen un enorme impacto en nuestra sociedad y en el devenir de la vida de las personas, y esto se extiende, como no podía ser de otra manera, al mundo de la cárcel. En él, igual que en el mundo exterior, los roles de género tradicionales están en el origen de discriminaciones, desigualdades y, en muchos casos, un mundo en blanco y negro que pasa del paternalismo a los abusos y la violencia.  

Y es que, cuando hablamos de las mujeres privadas de libertad, la institución penitenciaria, regimental y férrea como pocas, se vuelve sorprendentemente paternalista, adoptando una sobreprotección impensable ante la población penitenciaria masculina, que contribuye poco a fomentar la autonomía e independencia necesarias para dejar de cronificar actitudes sumisas femeninas tan arraigadas en sistemas patriarcales. Si tenemos en cuenta además que, tal y como evidencian diversos estudios, en torno al 80% de estas mujeres han sido víctimas de abusos y/o de violencia de género antes de su entrada en prisión, la combinación de ambos factores solo incrementa la ya enorme vulnerabilidad de este sector femenino de la población, sobre el que recaen un reproche y estigma sociales muy superiores a los que recaen sobre sus homólogos masculinos. Reproches y estigmas igualmente ligados a esos roles tradicionales de género que no perdonan que la mujer “falle” en su rol de cuidadora omnipresente: de sus parejas, hijos, hijas y demás integrantes de su familia y entorno. Exigencia que no aplica al género masculino y cuyas implicaciones se reflejan de una forma especialmente evidente en el contexto penitenciario. 

La soledad y vulnerabilidad de la mujer privada de libertad 

La entrada de una mujer en prisión tiene unas consecuencias, tanto para su entorno familiar como para ella misma, muy diferentes a las que tiene la entrada de un hombre, incluso si es de su misma familia. Si es madre – y más del 80% lo son – dejará “huérfanos” de sus atenciones y cuidados a sus hijos o hijas, lo que, difícilmente se les perdona, empezando por ellas mismas que llevarán ese peso como una condena mayor que la propia condena penal 

Si tiene pareja, será ella, casi con toda seguridad, la que quedará desatendida. El índice de desatención y abandono de las mujeres reclusas por parte de sus parejas es muchísimo mayor que en la situación contraria, en la que la mujer difícilmente abandonará o desatenderá a su pareja o familiar en prisión.  

La privación de libertad en femenino se caracteriza, así, por un enorme sufrimiento emocional atravesado por un lado por la culpa de fallar como madre y por otro, por la falta de apoyo que incrementa la sensación de soledad que ya de por sí genera la propia estancia en prisión, y que la coloca en una situación de alta vulnerabilidad que se suma a todas las que ya trajera en su casi siempre, cargada mochila. 

La incondicionalidad y resiliencia de la mujer que acompaña al hombre recluso

Cuando un hombre entra en prisión las mujeres de su vida raramente le “fallarán”. Solo hay que acercarse un día de comunicaciones a cualquier prisión española para ver entre las personas que esperan para visitar a sus seres queridos una aplastante mayoría de mujeres. Son madres, abuelas, parejas, hermanas, hijas, primas, amigas…que reorganizarán su vida y harán los sacrificios necesarios para garantizar un acompañamiento integral que durará lo que dure la condena – por larga que sea – y más allá, haciendo fuerzas de flaqueza en un ejercicio de amor y resiliencia que oscila entre la admiración y la incomprensión para los ojos ajenos. Ejercicio que, por otro lado, no deja de ser plenamente coherente con ese sistema tradicional de roles de género que las coloca, ante todo, como eternas y sufridas cuidadoras. 

 

Proyecto Reconéctate: poniendo a la mujer en el centro del masculinizado contexto penitenciario 

Con el fin de contribuir a contrarrestar algunos de los muchos efectos negativos que hacen de la mujer un sujeto especialmente vulnerable en el contexto de la cárcel, desde Fundación Esplai Ciudadanía Comprometida diseñamos en 2020 una versión adaptada de nuestro proyecto Reconéctate, gracias a la financiación de la Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid con cargo al 0,7. 

Este proyecto, enmarcado en la línea de Atención a la Mujer de la convocatoria, pone a la mujer en el centro del masculinizado mundo penitenciario, a través de una serie de acciones que persiguen diferentes objetivos específicos. En primer lugar, la capacitación de la población reclusa femenina en competencias clave en la sociedad del siglo XXI, mejorando sus opciones de reinserción. En segundo, el acompañamiento a mujeres familiares de personas privadas de libertad y la celebración de jornadas de familiares que generan espacios de escucha y apoyo que compensen la soledad y el abandono en el que muchas veces se encuentran. En tercer lugar, pero no menos importante, sensibilizando a hombres presos sobre la especial vulnerabilidad de las mujeres en el ámbito penitenciario, fomentando la igualdad y generando reflexión sobre la exclusión social en femenino. Todo ello complementado con acciones transversales de sensibilización al conjunto de la sociedad y al alumnado de diversas instituciones académicas, de formación especializada en la materia y de promoción de la participación activa a través de itinerarios de voluntariado y prácticas en el entorno penitenciario.  

 

En caso de interés en alguna de estas acciones o en otras relacionadas, puedes contactar con nosotras a través del siguiente formulario. 

Esta actividad pertenece al proyecto Reconéctate, financiado por:

¡SÍGUENOS!

Suscríbete a nuestro boletín

Política de confidencialidad(Obligatorio)
Este campo es un campo de validación y debe quedar sin cambios.

Somos Fundación Esplai

Fundación Esplai Ciudadanía Comprometida somos una entidad sin ánimo de lucro que tiene como misión promover el empoderamiento ciudadano y su compromiso con la mejora de la sociedad, desde la perspectiva de los derechos, la inclusión y la transformación, y con una especial dedicación a la juventud. Todo ello mediante la intervención social comunitaria, la acción socioeducativa y la inclusión en el ámbito de las tecnologías de información y la comunicación, trabajando en red con el Tercer Sector y con el resto de agentes sociales.