La participación de las personas voluntarias es uno de los ejes vertebradores de nuestro programa Reconéctate, realizado desde 2018 en distintos centro penitenciarios. Desde Fundación Esplai, entendemos que la participación activa de la sociedad en la prisión cumple un sinfín de beneficios para todas las partes implicadas, como así han manifestado dos de las personas del equipo voluntario con sus respuestas a las siguientes preguntas:
¿Qué se puede aportar como voluntario/a a los/as internos/as y a la institución penitenciaria?
A las personas privadas de libertad considero que les aportamos luz en un entorno muy oscuro. Más allá de la distracción que podemos ser los primeros días o semanas o el “por lo menos salgo del módulo”, vemos como poco a poco nos vamos convirtiendo en confidentes, apoyo, escucha segura, personas que no te juzgan, fuentes de aprendizaje con “otro modo de hacer o responder”, e incluso -espero que no parezca pretencioso- “guías” (me refiero a esto no como modelo a seguir sino como con unas frases, charla o reflexión, puedes colaborar a que no pierdan de vista un objetivo marcado, un camino que han decidido seguir, ya sea intentar ser menos impulsivos…). A IIPP creo que podemos aportar ganas de trabajar por el cambio dentro de la prisión, porque no sea un entorno tan hostil, apuesta por el tratamiento y la reinserción
– Alba
Aparte de todo el aprendizaje muy necesario, y el respiro de módulo. Podemos aportar cierto nivel de humanidad, de personalización y de preocupación, que allí muy pocas veces existe. Además, para la persona que quiere reinsertarse, podemos llegar a ser un pilar fundamental, lo cual es importante, pues se supone que es el principal objetivo de la prisión. Considero que sin voluntariados o programas como este en el que pueden darse cuenta que hay gente que confía en ellos y que tienen otra manera de hacer las cosas, la cárcel sería un lugar peor y con mayor número de reincidentes.
– Yolanda
¿Qué te aporta a ti el voluntariado en prisión?
Ahora mismo me aporta más aprendizaje, ilusión, felicidad y ganas que cualquier otra cosa que haga. Ha cambiado mi vida hasta el punto de modificar planes que había establecido para no dejarlo y, ni perder el contacto con quienes están dentro, ni dejar de compartirlo y de aprender de mis compañeras. Me ha aportado como profesional tantas cosas que considero que mi labor profesional antes y después de haber tenido contacto con la prisión es absolutamente diferente; pero como persona me ha dado la vuelta. Ha roto todos los esquemas que tenía previamente y me ha colocado en la posición desde la que quiero ver el mundo: más humilde, más prudente y más humana. Me ha dado y me da tanto que sólo puedo estar agradecida.
– Alba
A mí el voluntariado en prisión me ha aportado un crecimiento enorme, en todos los sentidos de mi vida. Me ha aportado, muchísimo aprendizaje, mayor creatividad e improvisación, entre otras cosas. Además de todo lo profesional podría decir que, en algunos aspectos de mi vida, no soy la misma persona que cuando empecé el voluntariado. Me ha ayudado a gestionar aspectos negativos que tenía conmigo misma, de los cuales no era consciente. Cada persona que conoces te aporta algo, pues en mi opinión, cada persona que he conocido allí dentro ha influido en que sea distinta, me han aportado aprendizajes en todos los sentidos, buenos momentos, y momentos no tan buenos, y todo ello me ha cambiado, para bien.
– Yolanda
¿Cuáles dirías que han sido tus mayores aprendizajes a raíz de tu experiencia como voluntaria en prisión?
La importancia del trabajo en equipo, de la unidad en las decisiones y de la transparencia entre compañeras. Que no hay que perder de vista el contexto nunca y, por ende, hay que mantener la profesionalidad en todo momento. He aprendido a ser más humilde, a intentar no ser prejuiciosa, a ser más prudente, a escuchar más activamente.
– Alba
Uno de los mayores aprendizajes de esto para mí, es que tienes que tener suerte hasta para nacer. Hay personas que nacen con la etiqueta de “cárcel” colgada del brazo, y como no conocen otra realidad no pueden hacer nada por cambiarlo. Es triste ver como hasta que no tienen 40 años, y 20 de ellos los han pasado en prisión, no se dan cuenta que hay otras maneras de vivir la vida. También he aprendido, que esas personas detrás de su delito tienen unas historias de vida increíbles, y realmente inimaginables a nuestros ojos, que te hacen replantearte absolutamente todo. E incluso llegas a pensar, “¿si yo estuviese en tu situación hubiese actuado como tú?”. He aprendido la importancia y la necesidad que hay dentro de prisión de dar y recibir abrazos, la falta de cariño tan grande que tienen muchas de esas personas, y nadie se replantea que pueden llegar a necesitar. Todo esto me ha ayudado a abrir la mente, y darme cuenta, más aún, que vivimos en una burbuja, en la cual tenemos todo lo que necesitamos y queremos, y aun así no somos felices. Pero, no todo el mundo tiene la “suerte” de vivir en esa burbuja. Hay personas que están lejos de su país, llevan sin ver a su familia 10 años, o ni siquiera saben dónde está, y aun así siempre llevan una sonrisa en la cara, y no solo eso, intentan que tú también tengas una sonrisa todo el rato. He aprendido a valorar muchas cosas que antes no valoraba, y que lo material no hace nada en comparación con el cariño de otras personas.
– Yolanda
Por todo ello, el Área de Justicia Educativa de Fundación Esplai cuenta con un equipo de personas voluntarias de casi 30 personas. Lo que permite contribuir al cambio de un gran número de personas privadas de libertad y de personas voluntarias.