José Manuel de Oña Cots

Pedagogo y Educador Social. Profesor Titular de Universidad en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Pedagogía Social y Métodos de Investigación en Educación de la UMA. Con más de 15 años de experiencia profesional en ámbitos socioeducativos: educación de calle, desarrollo comunitario, trabajo con menores y familias, etc., en entidades del Tercer Sector como Cáritas y distintas plataformas de trabajo con personas en riesgo de exclusión social.
En la actualidad es Investigador Principal del Proyecto “Educar desde los márgenes: inclusión y resiliencia de jóvenes de áreas urbanas desfavorecidas”, en la convocatoria de los Fondos FEDER de la Junta de Andalucía.

 

Las entidades sociales ante la exclusión social.

Todos los que nos dedicamos, de una u otra manera, al estudio de la sociedad y los problemas que esta sufre, somos conscientes de cómo la exclusión social parece estar queriendo establecerse entre nosotros, empeñándose en afianzar sus raíces a costa de afectar a un grupo más que significativo de personas. En concreto, y según distintos informes (FOESSA, EAPN, la propia Fundación Esplai, etc.), se nos alerta de que en nuestro país existe un porcentaje que ronda entre el 20% y el 25% de personas que se encuentran en lo que podríamos llamar “riesgo social” o sufriendo ya gravemente las consecuencias de esta situación, sumergidos en una dinámica de precarización de sus situaciones, marcada por una fuerte crisis económica, un aumento de las situaciones de desconexión y falta de participación, y una creciente complejidad en cuanto a cómo se desarrollan esas situaciones de riesgo.

Ante este panorama, las entidades sociales desempeñan un papel fundamental, tratando de buscar las posibles formas de acción que reparen o prevengan este menoscabo a la dignidad de la persona y a la esencia de los derechos humanos. Si bien, debemos asumir que esta tarea no es responsabilidad única de dichas entidades: corresponde a los poderes públicos generar las condiciones sociales, educativas y económicas que sean necesarias para afrontar este reto social que se nos plantea, y hacerlo desde parámetros relacionados, especialmente, con la creación de las posibilidades para que todo el mundo encuentre la forma de participar en la sociedad, de encontrar su espacio para desarrollar en el máximo potencial posible, sus propias características.

Retomando la cuestión de las entidades sociales y su papel ante la exclusión social, surge la preocupación y el debate sobre qué se puede hacer ante dicha realidad, y cómo hacerlo desde una perspectiva nueva, innovadora, que aporte un plus de calidad a lo mucho que ya venimos haciendo. Personalmente, entiendo fundamental comenzar por subrayar la necesidad de promocionar la acción, la reflexión y la visibilización social de estas situaciones, fomentando el aprendizaje compartido de la empatía, la solidaridad, la reflexión crítica, y ofreciendo soluciones educativas que generen espacios de participación, empoderamiento y justicia social.

La UNESCO, en su último informe sobre los futuros de la educación (“Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social para la educación”) nos ofrece pistas muy interesantes, para tener en cuenta, y relacionadas con lo dicho aquí:

“necesitamos un nuevo contrato social para la educación que puede reparar las injusticias, al tiempo que transforma el futuro. Este nuevo contrato social debe basarse en los derechos humanos y en los principios de no discriminación, justicia social, respeto a la vida, dignidad humana y diversidad cultural. Debe incluir una ética del cuidado, reciprocidad y solidaridad. Y debe reforzar la educación como un proyecto público y un bien común”.

Encontramos en esta cita algunas pistas de trabajo que pueden sernos de gran utilidad a la hora de plantear nuestra tarea desde nuevos enfoques:

  • Reivindicación de la justicia social y del papel rector de los Derechos Humanos.
  • Planteamiento del trabajo desde la esperanza: la educación es el mundo de las posibilidades.
  • Ética del cuidado y fomento de lo relacional.
  • Trabajar en común para buscar el bien común.

Tratando de aterrizar. Proyectos en acción, características y posibilidades.

Vamos a acercarnos ahora al conocimiento (breve) de algún proyecto que puede ayudarnos a buscar aspectos relacionados con posibles dimensiones de innovación. Hablaremos, en primer lugar, del Proyecto Asperones Avanza; y luego expondremos algunas líneas generales del Proyecto “Bajar a la calle”, en un colegio de la Barriada Palma-Palmilla de Málaga.

Asperones Avanza.

El barrio de Los Asperones fue creado en Málaga por las Administraciones para trasladar a familias que vivían en condiciones de precariedad en diferentes barrios de Málaga. La barriada de los Asperones se construye con la intención de que fuera una solución de transición durante 5 años, a la espera de que en ese espacio temporal se pudiera ofrecer a esas familias una vivienda digna dentro de la ciudad. Sin embargo, tras 35 años el Barrio de Asperones sigue en pie. Las viviendas prefabricadas con una caducidad de 5 años, hoy se han convertido en infraviviendas.

Ante esta situación de exclusión, varias entidades toman la decisión de aunar esfuerzos y planificar la acción socioeducativa que ya se venía desarrollando mediante un acuerdo de colaboración y la puesta en marcha de una “Mesa de Barrio”.  En ese momento, la Universidad de Málaga (UMA) es invitada a colaborar en dicha Mesa Técnica a través de miembros del Grupo de Investigación Teoría de la Educación y Educación Social. El objetivo de dicha Mesa Técnica fue desarrollar un procedimiento técnico y de recursos de trabajo en red con la finalidad de posibilitar a los vecinos de la barriada de Los Asperones un mejor servicio, organizado y coordinado.

Uno de los objetivos que se propuso fue crear estrategias que dieran respuesta al fracaso y abandono escolar de los estudiantes de secundaria del barrio de Asperones, así como evaluar el posible impacto de este. A partir de aquí se diseña, ejecuta y evalúa, el Programa “Asperones Avanza”[1], que busca disminuir el abandono escolar y mejorar la inclusión y el éxito educativo a través de procesos de acompañamiento socioeducativos.

Dentro de las acciones del programa, se diseña el “Mural de las Estrellas”, que trata de reconocer el esfuerzo y la tenacidad de los chicos y las chicas del barrio que, a través del Programa “Asperones Avanza” (pero también a través de otros accesos como puede ser la Educación de Adultos), logran el Graduado Escolar. El objetivo primordial de esta estrategia de difusión fue poner en valor la lucha de estas personas y generar algunos referentes dentro de la comunidad.

En cada una de las estrellas se inscribió el nombre del chico o la chica que había conseguido graduarse en Educación Secundaria Obligatoria. El propósito de tal iniciativa, además del reconocimiento de cada persona, también radica en generar referentes que sirvan como estímulo a otros chicos y chicas a poner su estrella en el mural.

Todas las estrellas que en el mural aparecen se han conseguido en los últimos años, como resultado del trabajo en red iniciado por las entidades. En este momento hay cerca de 100 estrellas colgadas. Y cada año siguen aumentando las estrellas. En este QR tendrás acceso a un reportaje sobre el Mural de las Estrellas.

 

Bajar a la calle.

Pasamos a continuación a exponer, de manera general, la experiencia educativa de un centro educativo (Colegio Misioneras), que trata de aunar, por medio del proyecto “bajar a la calle”, la acción escolar con una visión global y comunitaria de la educación. Y esto, dentro de un contexto altamente dificultoso como puede resultar el de la barriada de La Palma-Palmilla, de Málaga. Un entorno calificado como Zona de Necesidades de Transformación Social, en cuya población concurren situaciones estructurales de pobreza grave y exclusión social.

En este contexto hemos de situar la experiencia que queremos reseñar, y que tiene que ver, en primer lugar, con una escuela situada en pleno corazón del barrio, desde el año 1973. Se trata de un centro de circunscripción concertada, abierto a todas las clases sociales del territorio, con un trabajo específico de mucho tiempo en la atención a la infancia y la adolescencia más excluida, buscando ejercer como promotores de transformaciones para que el propio alumnado reivindique su derecho a ser ciudadanos con plena participación social, agentes de cambio en la sociedad en la que viven, comenzando por su entorno más cercano: familia, barrio, escuela.

Fruto de la preocupación por la degradación de la realidad de las familias y del entorno del alumnado, surge el proyecto “Bajar a la calle”, que tiene como objetivos, entre otros, los de transformar espacios educativos, desarrollar programas de aprendizajes de idiomas y desarrollo emocional, ofrecer desde el colegio, espacios de ocio sano y de apoyo escolar; todo ello con la intención de fondo de ofrecer alternativas a la situación de exclusión en la que se encuentra el barrio Palma-Palmilla, y con él los chicos y chicas que acuden a esta escuela.

Para ello, se trabaja con el alumnado fuera del horario lectivo, pero aprovechando las instalaciones del propio centro, procurando que el mismo esté abierto al barrio, y sirviendo de puente comunicativo entre el barrio y el resto de la ciudad, organizando actividades culturales de interés que logren romper estereotipos y faciliten experiencias de convivencia, encuentro y oportunidades.

En este contexto, surge la experiencia de una radio comunitaria, un espacio donde los chicos y chicas del barrio pueden hablar con libertad sobre aquellos temas que les incuben, y sobre los que dejamos aquí cuatro muestras significativas:

Entendemos que las propuestas de trabajo aquí expuestas pueden hacer aportaciones novedosas a la lucha contra la exclusión social, y esto por varios motivos:

  • Hacen una apuesta evidente por dotar al trabajo de una clara carga relacional, incidiendo en la necesidad de establecer estilos relacionales de cuidado y confianza entre profesionales y con las personas con las que se trabaja.
  • Se realiza la tarea desde una visión comunitaria, construyendo una red de relaciones y apoyos que sirva de sustento para las personas, a la vez que proporcione energía y propuestas educativas viables y concretas, adaptadas a cada persona y situación.
  • Se apuesta por una visión integral, diversa y plural de la realidad.
  • Se da visibilidad y protagonismo a los destinatarios de las acciones, tratando de dar un uso educativo a distintas tecnologías: internet, podcast, etc.
  • Y se busca evaluar la tarea con un sentido pedagógico, incidiendo en cuestiones cualitativas y de valoración de procesos.

Investigación, Universidad e innovación social.

Cuando tratamos de reflexionar sobre el significado de la innovación social y su papel frente a los problemas sociales, surge también, e irremediablemente la cuestión del mundo de la investigación académica y su relación con la realidad de cada día. La Universidad tiene una responsabilidad social que debe asumir, mimar y desarrollar en su máxima expresión, facilitando las posibilidades para realizar investigaciones sociales y estableciendo alianzas con los distintos agentes sociales presentes en el día a día de las personas.

Vivimos unos tiempos en este sentido que podríamos calificar de “esperanzadores”. Proliferan en este ámbito, cada vez con más fuerza, distintos institutos de investigación, fundaciones, estudios de máster, tesis doctorales y grupos de investigación volcados específicamente en la investigación acerca de cómo dotar de innovación a las acciones socioeducativas, trasladando las ideas a la práctica profesional diaria.

Cabe destacar, como botón de muestra, la propia Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social[3], una sociedad científica que aglutina desde hace ya mucho tiempo, y de manera consolidada, los esfuerzos científicos en esta área, generando también investigaciones y propuestas encaminadas a la construcción de una mejor intervención social, una intervención que apueste por el trabajo en red y coordinado, donde se potencien relaciones educativas de acompañamiento y donde se evalúe con regularidad y rigor pedagógico el trabajo que se esté implementando.

¡SÍGUENOS!

Suscríbete a nuestro boletín

Política de confidencialidad(Obligatorio)
Este campo es un campo de validación y debe quedar sin cambios.

Somos Fundación Esplai

Fundación Esplai Ciudadanía Comprometida somos una entidad sin ánimo de lucro que tiene como misión promover el empoderamiento ciudadano y su compromiso con la mejora de la sociedad, desde la perspectiva de los derechos, la inclusión y la transformación, y con una especial dedicación a la juventud. Todo ello mediante la intervención social comunitaria, la acción socioeducativa y la inclusión en el ámbito de las tecnologías de información y la comunicación, trabajando en red con el Tercer Sector y con el resto de agentes sociales.