Cada 30 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Seguridad de la Información (Computer Security Day), una fecha para recordar la importancia de mantener seguros los sistemas informáticos y los datos que gestionamos a diario, tanto a nivel personal como en organizaciones de todo tipo.
Desde que los primeros ordenadores se conectaron a Arpanet, la red precursora de Internet, la ciberseguridad ha sido un elemento crítico. Sin embargo, hoy es más relevante que nunca: nuestra vida cotidiana, el trabajo y el funcionamiento de las organizaciones están profundamente digitalizados. Garantizar la seguridad de las herramientas digitales y la privacidad e integridad de la información se ha convertido en una necesidad básica.
El origen del Día Internacional de la Seguridad de la Información
Esta conmemoración se inició en 1988 por iniciativa de la ACM (Association for Computing Machinery), a raíz del impacto del conocido Gusano de Morris. Este fue el primer malware de gran alcance del que se tiene constancia y llegó a infectar alrededor del 10 % de los servidores de la época, unas 6.000 máquinas.
Su creador fue Robert Morris, un joven universitario de 23 años que terminó convirtiéndose en la primera persona de Estados Unidos condenada bajo la Ley de Fraude y Abuso Informático, aprobada unos años antes. A partir de este incidente, quedó claro que la seguridad de la información no era un tema menor ni una preocupación exclusiva de un puñado de especialistas.
De la travesura de un gusano a las mafias digitales
Este día sirve como recordatorio de la importancia de identificar riesgos y aplicar medidas preventivas en la gestión de dispositivos y datos. El contexto actual dista mucho de la imagen romántica del hacker adolescente en el sótano de casa rodeado de bebidas energéticas, pizzas y Doritos.
Hoy, las ciberamenazas forman parte de un modelo de negocio millonario gestionado por organizaciones criminales internacionales. El cibercrimen se ha profesionalizado y los ataques son cada vez más sofisticados, dirigidos y constantes. En este escenario, los riesgos para la seguridad de la información se han multiplicado exponencialmente.
El eslabón más débil: errores humanos, sistemas desactualizados y contraseñas débiles
Aunque se hable mucho de malware, ransomware o vulnerabilidades técnicas, lo cierto es que muchas brechas de seguridad empiezan por algo muy básico:
- Descuidos humanos (hacer clic en un enlace malicioso, abrir un archivo adjunto sospechoso, compartir información sensible sin verificar).
- Sistemas sin actualizar, con versiones antiguas de software que ya no reciben parches de seguridad.
- Contraseñas débiles o fáciles de adivinar, reutilizadas en varios servicios o compartidas entre varias personas.
Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en el museo del Louvre en París, que fue víctima de un robo no hace tanto. Una de las claves del incidente fue el uso de “LOUVRE” como contraseña de uno de los servidores del sistema de videovigilancia y la utilización de Windows 2000 como sistema operativo. Una combinación de errores humanos y tecnológicos que abre la puerta a incidentes de seguridad evitables.
Por qué debemos tomarnos en serio la seguridad de la información
La seguridad de la información no es solo una cuestión técnica: afecta a la continuidad de los servicios, a la reputación de las organizaciones y a los derechos de las personas, especialmente en lo que respecta a su privacidad y al uso que se hace de sus datos.
El Día Internacional de la Seguridad de la Información nos invita a:
- Revisar cómo protegemos nuestros dispositivos y cuentas.
- Actualizar sistemas y aplicaciones de forma regular.
- Utilizar contraseñas robustas y gestores de contraseñas.
- Formar y sensibilizar a equipos y personas sobre buenas prácticas de ciberseguridad.
Porque, en definitiva, la mejor defensa frente a los ciberataques es la prevención, combinando tecnología, procedimientos y una cultura de seguridad arraigada en toda la organización.