Durante el año 2023, Fundación Esplai dinamizó el Debate del Tercer Sector en torno al tema de la «Justicia Educativa y el Tercer Sector en el ámbito penitenciario». Hemos entrevistado a diferentes personas expertas que nos aportan su visión y propuestas sobre diferentes aspectos de la intervención en los centros penitenciarios. También hemos contado con la opinión y la experiencia de personas que han pasado o se encuentran en situación de privación de libertad.

Reproducimos la entrevista a Sandro Rosell Feliú  

 

 

  • Desde tu experiencia personal ¿crees que es apropiado considerar la prisión como un “espacio educativo”? ¿Qué condiciones deben darse para que así sea?

La prisión no es un espacio educativo para la gran mayoría de los internos. Es verdad que hay muchos programas educativos a los que uno puede apuntarse y funcionarios educadores que los intentan poner en práctica, pero la realidad es que al final muy pocos aprenden algo más de lo que sabían antes de entrar. Creo que todo se basa en buscar una salida real de futuro al interno que sea creíble. El interno debe tener una expectativa alta de que, formándose, por ejemplo, como jardinero, cuando salga podrá acceder a un puesto de trabajo real de jardinero.  

  

  • Entendemos que, en el siglo XXI, en el Tercer Milenio, las prisiones deberían ser cada vez más espacios terapéuticos y educativos, ¿Cómo podemos avanzar en este sentido? y ¿Qué le falta a nuestro sistema penitenciario para conseguirlo? 

En primer lugar, faltaría articular alternativas a la prisión, reservando ésta sólo para los casos más graves. Se podría suplir, en muchos casos, la privación de libertad por sistemas de seguimiento telemático u otras opciones en un escenario mucho más amplio del que existe actualmente.  

En segundo lugar, faltaría articular medidas encaminadas a favorecer una mayor y mejor relación de las familias con sus familiares privados de libertad, sobre todo en el tiempo inmediatamente anterior a su puesta en libertad. El uso controlado de dispositivos digitales podría facilitar mucho esta tarea.  

En este sentido, considero que es absurdo que no se pueda acceder a Internet. Le falta de Internet libre dentro de las prisiones y que se impida que cada interno pueda disponer de su ordenador, de su tablet, de su smartphone o de su teléfono es absurdo. No poder tener acceso a la comunicación, para formarse, para informarse, para comunicarse. 

Si se tuviera acceso a dichos dispositivos considero que se calmarían mucho los ánimos de los internos y se conseguiría que muchos más mejoraran su educación dentro, actualmente muy pocos la mejoran. Un ejemplo muy sencillo sería como mejoraría la relación entre internos en los módulos. Uno de los focos de broncas y peleas son las colas en la cabina telefónica; si cada uno tuviera su teléfono esto se acabaría. En prisión se dice que el hecho de que no se haya liberado internet hasta ahora es básicamente para evitar que los delincuentes de organizaciones criminales puedan seguir dando instrucciones desde dentro. Pero tecnológicamente sería mucho más controlable si todas las comunicaciones pasaran por el servidor de la cárcel. 

En cuanto al tema económico, es más barato disponer de un dispositivo que tener que pagar las tarjetas telefónicas durante un periodo largo de tiempo. Además de que te quedas desactualizado, yo por ejemplo entré en la cárcel con iPhone 3 y al salir, después de dos años ya pasé directamente al iPhone 10. Tuve que reaprender las múltiples funciones que se habían incorporado. 

  

  •  ¿Qué papel juegan en este cambio de perspectiva las y los profesionales que trabajan en el ámbito penitenciario? 

Juegan un papel importantísimo. A pesar de que ellas y ellos son unos “mandados”, te encuentras con aquellos profesionales que se creen de verdad su función de control y de ayuda a los internos, a pesar de que tienen muy pautadas todas sus actuaciones. También existen, en menor medida, aquellos que van a cumplir con un horario para cobrar un salario, sin más. Mi opinión es que ser funcionario/a penitenciario/a es durísimo, y considero que deberían tener una atención muy especial para motivarles mucho en sus funciones, para que además de controlar, ayuden a educar.  

  •   ¿Qué aportan las entidades colaboradoras externas, nuestras organizaciones, a la dimensión educativa del tratamiento penitenciario? 

Aportan mucho, sobre todo aquellas organizaciones que se dedican a dar amistad, cariño, calor o conversación a todos los internos que no tienen a nadie y que nadie les va a visitar. Es muy duro ver que mientras a unos cuantos privilegiados, sus familias y amigos vienen todos los días de visita a verlos, a otros jamás nadie viene a preguntarles algo tan simple como: “¿qué tal estas?, ¿cómo te encuentras?”. 

  • ¿Cuál es tu valoración del tratamiento que hacen los medios de comunicación de los temas mediáticos?   

El tratamiento de los medios es cruel, injusto, poco profesional y sensacionalista. Grandes titulares inculpatorios antes de saber y contrastar las noticias, y mucho menos investigar y ahondar en los casos. Es lo que se conoce como “la culpa del telediario”, la verdad no importa si la noticia (falsa) es seguida por una buena audiencia. El daño social ya está hecho en el supuesto caso de que el acusado sea inocente. No hay vuelta atrás. Y pasado el tiempo, en caso de inocencia, ningún medio pide perdón y mucho menos publica la inocencia con el mismo tamaño e intensidad que usó en la acusación. Francia tiene regulado este tema mucho mejor que España, donde la presunción de inocencia en los medios debe cumplirse.  

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