La prisión se define como una “institución total”. Este concepto, acuñado por el sociólogo Erving Goffman, describe un lugar donde un gran número de personas comparte una rutina diaria en aislamiento de la sociedad por un período prolongado.

Según Goffman, la principal característica de las instituciones totales es la ruptura del ordenamiento social básico de la sociedad moderna. En estos lugares, todas las dimensiones de la vida ocurren bajo una única autoridad y en el mismo espacio. Los miembros de la institución comparten todas sus actividades diarias en compañía de otros, recibiendo el mismo trato y realizando las mismas tareas. Todas las actividades están rigurosamente programadas, estableciendo una secuencia que se impone jerárquicamente a través de normas formales y una administración centralizada. Todas estas actividades obligatorias se unen en un plan racional diseñado específicamente para cumplir con los objetivos de la institución.

 

 

Luis, antiguo participante del programa Reconéctate, de preparación para la vida en libertad, nos explica en sus propias palabras este concepto, y nos habla de su experiencia tras los muros, después de más de veinte años en prisión. Nos habla de la importancia de los vínculos, de las comunicaciones, del contacto con el exterior, y de cómo él encontró a su familia dentro de prisión.

Dentro del marco de Justicia Educativa, queremos compartir este testimonio para sensibilizar sobre la realidad que se vive en las prisiones, tan alejada y escondida a ojos de la ciudadanía. Pero ni las rejas son tan altas, ni los muros son tan gruesos como para evitar que estas voces salgan y puedan ser escuchadas en la calle.

“Llega un momento en el que decido, estando en lo que se conoce como el peor módulo de la cárcel en la que estaba, que era el módulo 2 de Estremera, decido cambiar e irme al módulo en el que yo mismo decía que estaban los chivatos, los perros, los refugiados y los protegidos de los guardias, que era la UTE. Decido irme ahí porque quiero darle una oportunidad a la vida. Algo cambió, hubo una serie de voluntarias y de gente que de algún modo me hicieron sentir humano, vivo, persona, y decidí darme esa oportunidad.”

– Luis, participante del programa Reconéctate, de preparación para la vida en libertad.

 

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